Los vinos de Formentera
Puede sorprender a muchos pero os diremos que la vinicultura es la actividad agrícola más extendida en nuestra querida isla. El cultivo del vino en Formentera tiene larga tradición, ya en el siglo XIII se encuentran referencias escritas sobre la existencia de esta actividad en las tierras de la Mola.
El autoconsumo fue su objetivo primario y habrá que esperar hasta 1972 y la extensión del turismo para localizar la primera bodega de la pequeña pitiusa. La bodega Juan Riera Mayans, situada en la Mola, tenía capacidad de 9.500 litros y extendió su venta hasta la vecina Ibiza, especialmente a establecimientos dedicados a la restauración.
En la actualidad se localizan unas 60 hectáreas de viñedos, más de un 12% de la superficie agrícola, siendo la variedad manostrell la predominante.
La climatología y la especificación del sustrato hacen especial su vino, y hoy encontramos dos pequeñas bodegas. Se trata de Terramoll y Cap de Barbaria.
La bodega de Terramoll, situada en la Mola, fue fundada en el 2000 y pertenece a la familia de Francisco Javier Moll, propietario del grupo Prensa Ibérica. Hace alarde de combinar el empleo de técnicas tradicionales con las más actuales, a la vez que se preocupa por el respeto del entorno. Comienza con la recuperación de las variedades tradicionales de Formentera, que alterna con la introducción de uva de alta calidad (como Cabernet Sauvignon, Merlot…). Se caracteriza por la elaboración de los vinos blancos de calidad.
La bodega de Cap de Barbaria se localiza a los pies del cabo que le confiere su nombre. El catalán Xabier Figuerola comenzó en 1999 montando una bodega-garage para un año más tarde atreverse con 3 hectáreas de Cabernet Sauvignon y Merlot. Las viñas de la bodega comprenden también media hectárea de cepas de Monastrell y Fogoneu de más de 40 años.
Dos proyectos recientes que guardan la tradición vinícula de Formentera y proyectan su fama al exterior con gran pasión.
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